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Paula Maffía

  • Jéssica Signoretta
  • 10 mar 2015
  • 5 Min. de lectura

Todas las voces son de Paula

A mitad de semana, un barsito en Cabrera al 5100 abre sus puertas a eso de las 21.30 para dar paso a una serie de artistas que musicalizan una noche pseudo veraniega. Antes de que las luces se apagaran y los rulos de Paula Maffía se asomaran con guitarra en mano, en una de las mesas sonaba La fina línea, de Paula Maffía & Orgía.

Paula empezó a cantar y sus potentes y logradísimos agudos llegaron hasta la barra. En la misma mesa nos preguntábamos qué Paula estábamos viendo: una de las cantantes de Las Taradas, la voz de La Cosa Mostra o el corazón de Paula Maffía y Orgía. No importó la respuesta. En todos los proyectos paralelos prevalece algo al unísono: la esencia de Paula Maffía y las piernas más lindas para reconocer.

Confianza, simpleza, espontaneidad, sexo, ternura, rudeza, torpeza, fuerza y fragilidad. Todo eso junto quiero transmitir con mi música, cuenta Paula, en ese orden y con la seguridad de lograrlo en cada presentación. La cantante y compositora que desde 1998 recorre su Buenos Aires querido con guitarra al hombro, comenzó con La Cosa Mostra, la banda noventosa que nos hacía bailar con La Puñalada en esos rincones hippies que comenzaban a abrir sus puertas un sábado a la noche. Invocando una especie de balance, Paula cae en la cuenta de que La Cosa Mostra se encuentra en un momento de crisálida. Veremos si se transforma en mariposa. También lo pienso como un estado de laboratorio, donde estamos repasando situaciones elementales… reconsiderando muchas cosas artísticamente. Es que La Cosa Mostra es más que una banda de rock, es un pacto, una chispa, un lazo. Es una usina de la que salieron muchas, pero muchas cosas. Pienso en La Cosa Mostra como una época, muy mía y de mi entorno cercano y querido que está aprendiendo a adaptarse a nuevas circunstancias. Y como es Mostra, muta y perdura en el tiempo y no se extingue. ¡Qué viva la horrobilidad!

La línea de tiempo artística de Paula Maffía es un laberinto de proyectos con principio pero sin fin. Y también de canciones en el río, de colaboraciones con miles de artistas argentinxs, de activista feminista y partícipe de movimientos de género. Madre de los gatos más fotogénicos y lo que más se resalta: la potencia de una voz cómodamente aguda que tiene una identidad demasiado marcada. Que puede hacer los susurros más delicados y estirarse hasta lo más alto del repertorio, o de la improvisación del día. Me siento una degenerada musical, admite. Me involucro con cada género, de distintos lugares. Pero lo que más me llama es el concepto de “canción”. Hay algo entre el entramado de letra, melodía, ritmo y armonía que me puede. Si una canción me llega, no importa su procedencia, época ni calidad. Puedo estar viendo a un alumno o una alumna tocando su primera composición y sentirme profundamente dinamitada o estar escuchando a mis bandas favoritas y sentirme de la misma manera.

Todas las formaciones paralelas de Paula Maffía tocan en vivo al unísono. Es cuestión del/a espectador/a elegir a cuál ver. Y todas son distintas. Del pop de La Cosa Mostra que muta en el pop- folk de Paula Maffía & Orgía, más los covers que Paula hace (porque la humildad no la quiere dejar ni en la barra) hasta la cumbia colombiana, las rancheras mexicanas, los boleros y el swing que mantienen Las Taradas. En realidad Las Taradas surgieron de La Cosa Mostra que somos nuclearmente Lucy Patané y yo. Compartimos innumerables noches de rock y derroche pero también somos las nerds que se pasan discos de boleristas ignotos de los años 40 como Lydia Mendoza, una señora Tex/Mex que componía rancheras con su guitarra de 12 cuerdas… de todo este costado acústico (al que también viró La Cosa Mostra temporalmente cuando mutó del rock desenchufado) en la época de la caza de brujas de centros culturales allá por el 2010 (no es que haya cambiado mucho la cuestión…) surgió el interés de generar un outlet para nuestro amor por las cuerdas al aire y la música de antaño. De este amor, surgió Las Taradas, que se consumó cuando todas las músicas con las que deseábamos compartir canciones cumplieron nuestro sueño diciendo “¡sí, acepto!”.

Para, que nos faltó algo. Paula también reversiona con Dúo Camorra clásicos del folklore, el tango y la canción latinoamericana. Es que formar parte de varios proyectos paralelos me completa y me cierra, explica; como si fuera lo más común de toda esencia humana. Creo también que es sustentable el tener varios proyectos, como tener muchxs amigxs o amores. Creo que todos dialogan entre sí, y de su convivencia surge un significado mayor, que es el resultado de poder hacer cosas que parecen formalmente distintas entre sí, pero también esencialmente parecidas. Creo que eso me da mucha coherencia, es ese lugar de confluencia. Paula es la dueña de todas sus canciones y la principal directora de todas sus bandas. Es un pez en el agua del mundo independiente. Y su expansión por las redes sociales hace que se cumpla al pie de la letra lo que Walter Benjamín desarrolló algún día: el aura. Paula Maffía es aquí y ahora. Es la voz que escuchas en vivo y es con lo que te quedás. Porque si buscas la canción que más se te pegó, no la vas a encontrar igual de versionada.

Cuando terminó el recital de Paula en el bar y nos fuimos, el modo aleatorio del reproductor de música para la carpeta “Maffía” fue lo primero que configuramos para el regreso a casa. Y mientras la lista empezó a sonar, apareció Mar de caricias, el tema de Paula universalmente aplicable. Esa canción salió en un momento de mucho distanciamiento conmigo misma, recordó. Fue una pequeña reconciliación. La canción que me destrabó después de unos cuantos meses áridos compositivamente. Me reconcilió con la idea de escribir desde un lugar menos de la experiencia y más desde la templanza. Me reafirmó, a mí que soy tan de la sangre el sudor y el fuego; que no tenía que salir y romperme la cabeza en alguna ´situación para experimentar sensaciones profundas y trascendentes. La canción es aplicable pero también es tan particular… Es básicamente un rezo para no olvidarme de ciertas cosas fundamentales. Me recuerda que no debo ser tan ingenua pero debo también confiar; que nunca se solventará la inequidad entre placer y deber; que para admitir las cosas nuevas a veces hay que demoler cosas viejas; y que en este diálogo entre proyección (futuro) y experiencia (pasado) se encuentra unx (el presente).

El incremento de artistas indies y el aumento de discográficas independientes generan una democracia en el sonido más ampliada. Prevalece que el proyecto llegue, que las canciones dejen algo más, no que solamente peguen para que el consumo sea redundante. De la misma manera incursionan cambios en los géneros: los mezclan, los entrelazan y acortan la brecha de categorización. Ya no está tan claro qué tan rock, qué tan pop, qué tanto es una pieza musical. El tema suena y lo que genera es lo que lo califica. Lo mismo pasa con Paula Maffía. Su campo musical es tan abarcativo que llegar a definirla está más lejos que Jamaica. Sin embargo, ella lo tiene muy claro y nos ahorró el trabajo confesándonos que se define inquieta, workaholic, apasionada, nerviosa, amante, furiosa, gritona, caliente, inextinguible. Al principio fue el cuento, la ciencia, el estudio; luego el dibujo, luego la música. Quizás algún día me anime a incursionar en otras artes o disciplinas. No importa el formato. Creo que lo que más me define es que tengo mucho para decir y me las sé arreglar para poder decirlo.


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