La innovación del regreso
- Jéssica Signoretta
- 10 sept 2015
- 3 Min. de lectura

Los discos regresos son esos agradecimientos fortuitos que le hacemos a lxs artistas cuando pasamos mucho tiempo escuchándolxs y siempre suenan los mismos temas. Y hace doce años que nos venía pasando con Blur, así que casi le estamos construyendo el monumento.
'The Magic Whip' son tantas cosas al mismo tiempo, que puede olvidarse por momentos que es tan solo un disco. Básicamente es la refutación cabal a la teoría sobre la desigualdad de participación que tienen miembros de una banda (para más información empírica sobre la teoría, compárese The Killers- Brandon Flowers) en el estudio. Solo en los trabajos solistas paralelos de los músicos de Blur se encuentra su impronta personal; porque en el instante que graban juntos, la diferencia no existe.
Lonesome Street abre el disco con un tempo acelerado y reiterativo. Podría ser tranquilamente el sucesor de Country house, excepto porque sus eléctricas protagonistas conforman una estética demasiado contemporánea aunque sigan siendo apóstoles rockeras. Llegamos. La base primordial de 'The Magic Whip' es ser una radiografía del eclecticismo actual. No es sólo la vuelta de Blur, es la fusión de varias décadas.
New world towers es la balada a la que no le encontras un error. La que elegís para coverear con tu banda, la que de acá a 20 años usas como ejemplo de lo que es un temón. Y si de temones hablamos, el Gardel de oro se lo lleva There are too many of us. Violines, chellos y vericuetos entrelazados que se llevan todas las escuchas y que conforman una especie de homenaje a un vago tanguito. Las distorsiones de la voz de Albarn, junto a los sintentizadores que dan vueltas y vuelvas a lo largo de la canción, terminan de ser el ajuste perfecto para una armonía que no se quedó quieta un segundo.
Blur también incursionó en la incorporación de más lentos. Los juzgó la historia, quizá, que escasea de baladas. My terracotta heart es el original lento con un sintetizador matriz que sostiene toda la canción. Y aunque parezca lineal, la canción no cansa y la abundancia de letra invita a aprendérsela enseguida. Hasta que empieza Thought I was a spaceman y todo se dio vuelta. Este es el Blur que estábamos esperando. El que arriesga. El que usó la electrónica, distorsionó hasta la voz de Damon y logró los seis minutos más originales y diferentes de toda su existencia. Y también lo mantuvo en I Broadcast, con su introducción apta para musicalizar un videojuego. Sin embargo, las eléctricas tempestuosas que avisan el tempo más movedizo, le devolvieron la identidad de los 90 que alguna vez plasmaron en Beetlebum.
La mejor elección para corte de difusión claramente fue Go out, porque no existe en todo 'The Magic whip' una canción más pegadiza y más Blur que esa. No hay mucha novedad en su composición, pero por eso no deja de ser un tema demasiado sólido como para pasarlo por alto. No te sorprendas si es la canción que te resuena en la mente por el resto del día. Sin embargo las plegarias desde el campo vip durante un recital de Blur se las lleva Pyongyang, porque su composición musical merece un capítulo aparte. Una fusión de sintetizadores e instrumentos a la par que conforman una armonía lenta pero con escalas constantes y que en vivo merecen ser interpretadas exactamente.
El soldado fiel a la estética oriental de 'The Magic whip' es Mirroball, una balada europeoasiática que no lleva consigo rasgos destacables, excepto una prolijidad más clara que el agua. Ice cream man sigue la misma línea pseudolenta que predomina en el disco pero sus criollas te transportan a ese viaje por la ruta con un sol que traspasa hasta los lentes. El viaje es largo. Si dejas Ghost ship, la sensación es la misma. Apta para cualquier momento de la vida. La última adquisición de Blur es Ong Ong, el tema fumón de estos ingleses por excelencia. También utilizado como corte, e ideal para hacerlo con criolla en un fogón, resume el espíritu movedizo que nunca pudieron evitar.
A lecturas rápidas podrá entenderse que el disco abunda en baladas no muy extrovertidas. Error. Quien esperaba un disco al estilo '13', donde todo corre para muchos lados y los 18 años de Damon Albarn no pasaron nunca, pierde el tiempo. El Blur de 'The Magic whip' es musicalmente maduro y profesional. Que decidió dejar de joder y con más baladas en la lista, detallar una calidad musical que se fue afianzando con el paso de los años.
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