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Las fronteras sólo son para la Geografía

  • Jéssica Signoretta
  • 10 sept 2015
  • 1 Min. de lectura

Está musicalmente comprobado en esta tecno-era que el prejuicioso ejercicio de poner en una balanza lo bueno y lo malo de determinada cosa ya es obsoleto. Se mezclan los géneros y también se propagan de un extremo del mundo a otro, como si las fronteras estuvieran pintadas.

Las nuevas estructuras sociales comandadas por las redes hicieron que Lolawolf aún promocione un LP (y el primero) por la web. Alcanza Soundcloud y también Youtube. Alcanza con que se lxs escuche. Lo que no alcanzan son las clasificaciones y las categorías para acercarse a mencionar lo que hace este trío.

Desde Nueva York, Lolawolf es la transición del hip hop. De un rap maquillado con matices vocales femeninos y masculinos. Es la desestructuración del género puro de pandillas, que ahora se fusiona con violines y con distorsiones electrónicas como las que te vuelan la cabeza en la Creamfield.

Lolawolf es un cúmulo de músicas y estéticas del mundo. Es la feria de las naciones más completa, que agrega tempos progresivos como Calm down; armonías adictivas al estilo de Everyfuckinday. Y como si fuera poco, la reencarnación de los ochenta en lentos como Drive.


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