Scalabirtney Spears
- yokomonos
- 10 sept 2015
- 2 Min. de lectura
Mientras Corea del Sur utiliza el K-Pop como bazooka para vencer al comunismo del Norte, la reina sigue siendo Britney. Perdón, "la princesa". Esta chica tuneada, hasta en lo vocal, fue como una especie de Capitán América (producto de una experimentación) del pop que traspasó fronteras e intentó gobernar los pueblos sometidos con una especie de tiranía pseudo musical, generando lo que parece expandirse más que la peste: la Cultura Spears.
Como una especie de arma biológica, estas dos corrientes musicales, basadas en las mismas teorías, infectan a aquellxs que aspiran a formar parte del mundo discográfico. Lxs jóvenes que incursionan en el K-Pop son preparados bajo un entrenamiento intensivo y exigente para poder cantar, moverse e incluso asemejarse físicamente a un ente robotizado. Nada que la Spears no conozca.
Si Baby One More Time o Oops I Did It Again son festejadas y coreadas por nosotrxs es porque todxs fuimos, somos y podemos ser víctimas de este avance que tuvo su auge a fines de la década del 90. Todo parece ser la génesis de un plan malévolo ideado por una cara oculta, pues no debe de ser coincidencia el contexto en el que se inició la movida asechando a pibxs que en ese momento tenían "el futuro" del mundo en sus manos. Así, todos los frutos de fines de los 80 e inicios de los 90, vendrán con el chip, impuesto en la gestación, donde se naturaliza y hasta celebra cierta decadencia musical basada solo en el avance del capitalismo. Como dijo Smith, el modelo podrá tener sus crisis, pero nunca dejará de existir. Y en la música, Britney Spears fue el parásito que infectó a lxs huéspedes que hoy, en Argentina, conocemos como fanáticxs de Tan Biónica.
La bifurcada del contagio es doble. No solo forma cúmulos de gente que consume un pop plástico con sintetizadores que tienen menos ritmo que un reloj cucú, sino a ¿artistas? que generan sobre lo degenerado del género. Sin ir más lejos, el boom Lali Espósito, es la sucursal de la Britney de Toxic con pinceladas de tecnología para responder a la moda. Y es que claro, la vuelta de tuerca es que el producto responda a un concepto momentáneo, aunque su vida útil se esfume con los años. Como se esfumó Britney, y que ni el tema con Azalea le alcanzó para volver.
Metalero, vos también tenés un tema de Britney que te sabes de memoria. Y al menos una de las reproducciones de Youtube, es de cada unx de nosotrxs. Sin embargo, no implica que se naturalice esta imposición de las discográficas de esta arista del pop que solo sirve para caldear compras compulsivas. La génesis y evolución del género está de la vereda de enfrente. Que la Cultura Britney sirva para distender la mente del traqueteo cotidiano agobiante (y, para algo tiene que servir) pero que no se transforme en una filosofía de vida musical.
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