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¡Viva La Revolución! ¡Larga vida a la música!

  • Ignacio Blanco
  • 10 sept 2015
  • 2 Min. de lectura

En el mundo hay canciones inmortales. Tanta es su eternidad que se vuelven atemporales y que llevan consigo una significación histórica imborrable. Con versito y todo, les presento El Barzón en la versión de Amparo Ochoa.

Compuesta por Miguel Muñíz en la década del 20' en México, refleja el contexto social que padecían los peones de hacienda bajo la dictadura de Porfirio Díaz, iniciada en 1876. El tema es que los campesinos cobraban una especie de cheques a cambio de su trabajo. Estos vales solo podían ser intercambiados por productos básicos y necesarios en la Tienda de Raya, que pertenecía a los patrones. La cuestión es que los chantas propietarios de las tierras ponían precios más elevados que el resto de los almacenes. Como el valor del cheque, que cobraban los peones, era mínimo y no les alcanzaba para sustentar sus alimentos y vestimenta (y todo japaleta) debían acceder al pedido de una especie de crédito o préstamo otorgado por sus jefes. Entonces, los trabajadores entraban en una calesita de deudas que no paraba de girar. Si la deuda no era saldada en vida, era heredada por la familia. Mientras tanto, los "capos" lograban que sus tierras fueran trabajadas por 2 mangos con cincuenta. Dos mangos que recuperaban, ya que - recordemos - sus obreros les compraban, obligados, los productos a ellos. Si, una especie de relación de dependencia con libertad formal que camuflaba un poco de esclavitud porque los hostigados debían seguir laburando para pagar sus deudas.

Cuando el arte es utilizado como herramienta para conocer la historia y para entender ciertos contextos no puede lograr más que la sinceridad. ¿Qué plataforma más real, viva y sentida para la comunicación que la música? Por eso, desde el vamos, El Barzón, es himno y memoria, como, por ahí, lo es Cambalache para los argentinos.

El tema es un corrido (género folclórico mexicano) agrarista y contiene cerca de unos 240 versos. Este género popular se caracteriza por mezclar música y poesía utilizando el canto y el recitado en su interpretación. Lo loco de El Barzón es que, poniéndonos en tiempo y espacio, abraza algo muy similar al rap. Todo el recitado se realiza en un tempo tan acelerado que termina siendo una especie de antecedente para el género que luego se originó en los 70' en Norteamérica. Si, lxs mexicanxs la rapeaban en los 40'. ¡Lxs abrazo fuerte!

Y Amparo Ochoa no se queda atrás. Si bien las versiones no varían demasiado entre ellas, el cover de la cantante es uno de los más conocidos por su calidad instrumental. Amparo toma la melodía original y le suma la fusión de más instrumentos sin perder la esencia de lo autóctono de su país. Es imposible no caer rendido a esta adaptación debido a que no solo está hecho por una gran representante de la música popular y social, sino que deja a flor de piel la riqueza cultural del país más norteño de Latinoamérica, al mismo tiempo que nos intriga conocer el trasfondo histórico de este corrido de campesinos.


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