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Yo siempre vivo y nunca muero

  • Ignacio Blanco
  • 10 sept 2015
  • 2 Min. de lectura

Cuando uno vive escapando de la muerte, es curiosa la sensación de encontrarse con una celebración de ella. Más que nada, si viene con forma de música.

El hecho de chocarse con una cultura que le dedica dos días a los muertos de manera más relajada y honrada logra, de cierto modo, que unx empatice de lleno con lo que escucha y aleje (aunque sea por 50 minutos aproximadamente) esa imagen imaginaria y tenebrosa de la parca. Básicamente, terminamos saltando, pogueando y coreando con una sonrisa - más grande que la de Piñón Fijo – algo que nos produce miedo, misterio y tristeza. Naturaliza aquello que nosotrxs convertimos erróneamente en una especie de tabú. Esta es la cuota graciosa en la que consiste escuchar el nuevo disco de Lila Downs.

'Balas y Chocolate' es el octavo álbum de estudio que vio la luz en Marzo del 2015. Esta creación fúnebre está compuesta por 13 temas que rondan entre la muerte, el amor y lucha social. Nuevamente, la intérprete nos acerca lo mejor del folklore mexicano. Lejos de poder encerrar esta producción en un género musical específico, podemos decir que la cumbia, el mariachi y las baladas se hacen presentes en su justa medida para que todo funcione como la fiesta que pretende ser.

Como es de costumbre, Lila nos presenta cinco nuevas versiones de otrxs cantantes. Se destaca Una cruz de madera de Luis Méndez Almengor y La Burra de Jesús Rosas Marcano. Pero sin duda, el cover que redefinió su versión original es Viene la Muerte Echando Rasero que se diferencia abismalmente de la composición de la eterna Asunción Aguilar, conservando la esencia del estribillo y del recitado.

En esta ocasión aparecen dos acompañantes: Juanes, en el segundo corte de difusión (La Patria Madrina) y Juan Gabriel (La Farsante). De la dupla Downs/Cohen, en la composición, resaltan Mano Negra, Son de Difuntos y el lento La Promesa. Balas y Chocolate es el primer corte de difusión realizando una “ruta del cacao” al ritmo de la cumbia centroamericana al mejor estilo Lila Downs.

Para todxs aquellxs que no somos mexicanos, escuchar Balas y Chocolate es una experiencia llena de vida y celebración cantando sobre algo a lo que, generalmente, le tememos. Si esta no es la fiesta, ¿la fiesta dónde está? Como bien dice el canto folklórico: “No me llores, no. Porque si lloras yo peno. En cambio, si tú me cantas yo siempre vivo y nunca muero”.


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