Mariana Päraway
- Jéssica Signoretta
- 10 nov 2015
- 6 Min. de lectura

La gota en el ojo
La lluvia golpeaba tan fuerte el techo y la ventana, que necesitaba algo que resguarde ese sonido tan extremo, tan enojado. El volumen del televisor estaba bajo porque, después de todo, no había algo mejor para escuchar que la lluvia. Sin embargo, cuando los agudos de Mariana Päraway comenzaron a escucharse al inicio de La Sala –uno de los nuevos programas de Encuentro- el volumen se subió prácticamente solo. Y ahí estaba Mariana, con una criolla, sus matices volátiles cantando en inglés, que después empalmó con uno de sus temas y la lluvia pareció cesar.
La autenticidad de Mariana sobrepasa cualquier plataforma audiovisual que utilizas para escucharla. Obviamente me encanta tocar en vivo, cuenta. Esta es la primera vez que toco mucho en banda y me llena de alegría. Me suelto más, aprendo de mis compañeros, me siento respaldada. Cada formato tiene su magia, en los acústicos es más íntimo y con la banda hay más energía. Viajar también es algo hermoso, quisiera ir cada vez más lejos, ver culturas diferentes, conocer más música del mundo, cargar mi mente y mi corazón de nuevas visiones, de nuevos lazos, de nuevas canciones y nuevas palabras.
Habíamos encontrado la situación perfecta. Pusimos Hilario, su nuevo disco, y el aroma a tierra mojada nos terminó de ubicar. Seguimos creyendo firmemente que el proyecto de Mariana es un folklore contemporáneo. Que reversionó el género para que renazca en esta época al mismo tiempo que enaltece las raíces de nuestro país. Pero ella se quedó pensando: La verdad es que nunca lo pensé así. Yo no escucho ni escuché de chica nada de folklore. Recién en una materia de la facultad oí por primera vez Vidalas, Bagualas, y tuve que cantar chacareras y tonadas. Mi música tiene cosas del folklore porque nacen así, no están pensadas para que lo tengan. Siempre digo que eso está adentro mío como un gen, algo anterior que viene de un recuerdo de la sangre o del inconsciente colectivo de pertenencia a donde vivo.
Cuando suena Hilario viajas de una punta del país a la otra. Viajas desde tu pelo más claro hasta el último dedo de tu pie. Te encontras y te desencontras en las baladas, como si el disco te cantara tu propia vida. Y cuando se lo preguntamos a Mariana, bajamos a la tierra, porque nos llegó completamente lo que ella plasmó; Hacer y grabar Hilario fue muy fuerte desde lo personal. Estaba atravesando un momento intenso y esa fue mi manera de sacar todo lo que tenía dentro. Igualmente, el proceso de grabación de los instrumentos, de las voces y de la producción fue muy enriquecedor, ya que Leandro Lacerna, el productor, me enseñó y me exigió mucho. Estoy muy feliz de que haya gustado, de que gente me escriba diciendo que hay canciones que forman parte de sus vidas, que los emocionan. Eso es algo increíble.
Mariana Päraway es una joyita más de la nueva camada de cantautorxs aristimuñados que se desenvuelven en el ámbito independiente, y que marcan todo el tiempo que la importancia principal del artista es que la música llegue, así sea con el mayor de los sellos, o con millones de reproducciones en Spotify. El escenario independiente en Argentina creo que es una situación compleja, no por difícil, sino por la variedad de realidades. En nuestro país ha habido un gran crecimiento de artistas, hay centros culturales en todo el país, hay redes entre nosotros, pero la industria discográfica mira para el costado. Hay músicos con home studio que hacen discos tremendos, hay productores geniales y equipados, hay gente que graba y no toca, solo se mueve por internet, hay otros que recorren el país mediante la autogestión. Hay de todo para todos los gustos, siempre dependiendo del empuje personal. Mendocina por oficio y obligación, Mariana es testigo de todos los climas y todos los viajes desde que comenzó su carrera y sale de gira tanto en el Interior como en Buenos Aires, con un grado de observación y asimilación pertinente. Es que también nuestro país es tan grande y rico que es imposible saber todo lo que pasa en él. Desde lo que conozco, puedo ver que hay muchísimas bandas interesantes y con propuestas muy activas en todos lados. Mendoza tiene mucho talento, pero a veces el púbico no se entera, o no paga las entradas. Los medios deberían dar más espacio, comunicar con más énfasis las cosas hermosas que pasan en cada lugar. Los espacios donde tocar deberían valorar más los productos locales. La yapa es que en Buenos Aires están los medios de comunicación más masivos, hay muchos más lugares para tocar, y la gente está más acostumbrada a los eventos culturales.
El mundo Päraway no termina ahí. Mariana es docente y sigue transmitiendo no solo desde una consola. Y no solo une generaciones con sus composiciones, sino en cada uno de sus desempeños como artista. Por más que la docencia y ser cantante son cosas muy diferentes, creo que tienen puntos en común: en ambos, de algún modo, estás al frente de algo. Un periodista me dijo una vez que mis melodías tenían algo infantil en su espíritu, así que seguro que hay un poco de la docente ahí. Yo doy clases a nenes re chiquitos y es hermoso, jugamos y nos reímos; me libera de las ataduras de ser adulto en un punto, que quizás se ve reflejado en esa posibilidad de juego con mis instrumentos.
Mariana viene autosuperándose desde el 2011 cuando lanzó su disco debut El Tiempo, sucedido por Los Peces, al año siguiente donde fue encontrando el camino de construcción de una impronta musical que le permite reconocerla a millones de distancias, con apenas escuchar la introducción de una canción. Muchas veces en estos últimos tiempos parece que todo musicalmente está inventado, y cuando aparecen artistas que fusionaron los géneros y también los adaptaron, no fue magia, claramente. Mis procesos de composición han ido cambiando con el tiempo a medida que fui creciendo, juntando experiencias propias y compartidas por amigos. En este momento vivo una etapa muy rica, de muchas canciones que van saliendo, en las que voy trabajando, luego de un momento en el que estaba muda. Generalmente juego con algún instrumento (en casa tengo piano, arpa, charango, guitarra, cuatro, ukelele…) hasta que sale algo que me gusta. Lo repito, lo grabo, voy balbuceando melodías. A la hora de hacer la poesía me guío por un concepto en general: ahora estoy trabajando con el movimiento, como crecer, el tiempo, viajar, el sexo, períodos de tiempo, el viento, las tormentas, sensaciones de movimientos internos , cambiar, renovarse, etc. y busco palabras que me gustan o que tienen un significado interesante y eso me va derivando. Estoy investigando muchas cosas, ¡estoy prendiendo hasta de física!, dice sonriendo.
En vano sería hacer un análisis quizás más técnico de la música de Mariana, porque su abanico de canciones y estilos es tan grande, que nos llevaría demasiado tiempo. Además, es tan personal y auténtico lo que logra, no solo desde su lugar de músico sino en cada persona que la escucha, que armaríamos el debate más extenso del 2015. También quisiéramos congelar el tiempo en Hilario y ver el mundo solo a través de él, pero en el fondo necesitamos más de Mariana y su carrera todavía tiene mucho para dar. Y en este momento estoy componiendo para mi próximo disco, ya tenemos fecha estimativa para la salida y estamos, en conjunto con Concepto Cero, el sello con el que trabajo, pensando y diagramando todo. También estoy planificando giras y recitales.
Desde que empezó a sonar Mariana la lluvia no había terminado pero sí se calmó, como si Hilario la hubiese acariciado de la misma forma que nos acaricia a los humanos cuando lo escuchamos. Los elementos universales con los que trabaja y genera Päraway son innumerables, pero cada vez que ella canta siempre hay uno más visible: la vida es un cúmulo de grises en los que nos movemos y son los que nos hace felices. Los muros se derribaron hace años, ya es hora que los pocos que quedan, por más pequeños que sean, los derribemos también. Yo soy guitarrista, estudié eso en la facultad, así que ahí es donde me siento más cómoda. Pero por suerte, puedo jugar a que soy arpita o pianista. No me pongo barreras ahí. Ni ahí, ni en nada.
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