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Demoliendo historia

  • Jéssica Signoretta
  • 10 ene 2016
  • 2 Min. de lectura

La añorada década del 60 es la pionera más contemporánea que tenemos socialmente como ejemplo de protestas y de lucha por ideales. Y aunque la extrañemos fuerte, quizás los últimos acontecimientos argentinos nos estén avisando que tengamos que repasarla un poco. Pero mejor volvamos. Y como recuerdo histórico de esos años, estuvo el joven Dylan, que allá por 1963 sacó su segundo disco al que tituló The Freewheelin' Bob Dylan y que fue la prueba cabal de todo lo que está bien en el mundo.

Es menor el porcentaje de artistas que se consagraron con sus primeros discos, pero Bob Dylan entra en esa minoría, ya que el sonido que logró en 'The Freewheelin’ fue la catapulta de su estilo personal y la génesis de un folk- country vanguardista hasta el día de la fecha. El Dylan que relata más de lo que canta, que juega con sus graves, que empezó a descubrir su voz carrasposa, y que varía en sus tonos medios pero siempre en armonías vocales cómodas.

Exacto. En este disco de Dylan se encuentra una de las canciones de protesta más consideradas: Blowin' in the wind, un folki de tempos medios con la simpleza de una criolla, la reflexión de Bob y una armónica que le da la mano, y que también forma parte de las pocas baladas que el músico integró en este disco de esencia ajetreada donde temas como War of Master y Honey, just allow me one more chance terminan de sellar su impronta.

'The Freewheelin' Bob Dylan' no es solo el reflejo socio político de un mundo que todavía no sanó. También es el impulso del folk estadounidense que pasó de ser un género lineal y propio a ser un recipiente apto para la fusión de los demás géneros y la implementación de sonidos e instrumentos que en sus inicios fueron impensados, pero que en el siglo XXI le culminan una calidad extraordinaria.


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