Luciana Panaino
- Ignacio Blanco
- 10 feb 2016
- 5 Min. de lectura

Como flor de enredadera que creció en el callejón
'Callejera, vos también sos milonguita. Y en el fondo de tu almita, una pena sepultás', coreás junto a una voz que expresa exactamente lo mismo que dice la letra. Te sabés la canción - si sos oyente recurrente o si tenés viejxs locxs del género - pero no a qué suena. Si sos de los que pensás que el tango es cosa pasada de moda, seguro que terminás admitiendo que tu cabeza formuló sobre una base de prejuicios. Si sos de los contrarixs, una nueva forma de encarar el género te va a terminar comprando para afirmar su inmortalidad.
Como si fuese hija de padre tango y madre tierra, Luciana Panaino lleva consigo lo más bonito de la provincia bonaerense. Porque el fin último del cover a Frontera y Cadícamo fue "crear una nueva versión y estética. Como suele ser la que acompaña a los temas que interpreto, que no responde a la orquesta típica ni al tango electrónico o a la música ciudadana, sino a la mixtura de ritmos latinoamericanos o de la provincia de Buenos Aires. En este caso puntual, del candombe como ritmo rioplatense desde lo instrumental y con la interpretación tanguera desde lo vocal, donde el arreglo cobra la parte más fundamental para que el tema llegue a esa síntesis". Es que, Callejera, es un nuevo capítulo en la historia de Luciana y en, podría decir, en la historia del tango en general. Consecuencia de su anterior álbum 'Sueños de Juventud' (inspirado en los sueños inmigrantes), es el primer corte de la nueva propuesta 'Canciones del Río de la Plata' que, aparentemente, desembarca sonidos más de bailes de arrabal.
En un tiempo donde la fusión es parte de lo cotidiano, sonaría raro que la barra de ochentones domingueros de bar se acostumbrara a un tango no tan convencional. Pero la verdad es que hasta la pebeta más conventillera se copa con firulete y todo. "La respuesta es muy positiva en el show en general, que abarca las versiones de los tangos llevados al candombe, milonga, vals y tangos desde arreglos nuevos. Justamente porque acerca a quienes no conocen el tango, que no lo escucharían pensando en algo conservador, y renueva la escucha de los que ya lo eligen desde sus inicios, porque la versión hecha guarda la esencia tanguera", cuenta Luciana.
Porque, por alguna extraña razón, el tango está ligado a las generaciones más antiguas, cuando las más jóvenes no fueron criadas para ello. Víctimas de la música exclusivamente de consumo, construimos un paradigma de adolescentes ausentes en milongas y que su escaso conocimiento del género sea de la mano de Bajo Fondo. Es por eso por lo cual, Luciana Panaino rompe esos esquemas: "los jóvenes van conociéndolo a través de las milongas que posibilitan la experiencia alucinante del tango bailado, como era antes en la época de oro. Sin embargo, no es el mismo público que va a escuchar a diferentes exponentes del tango en un show". Los quiebra, los destroza. Y al mismo tiempo une. Conecta dos brechas de vivencias y realidades diferentes en un estilo autóctono y de patrimonio nacional.
"El canon de belleza sonora o de lo estilístico cambia con las épocas, con las culturas, con la necesidad de decir. Estamos en un momento donde todas las voces tienen su posibilidad de expresión - continúa -. Rivero tuvo que esperar años para que su voz de bajo fuera aceptada y gracias a Dios que lo fue, nos hubiéramos perdido de uno de los más grande cantores de la historia". Así es como versiones como Caprichosa terminan siendo de las más atractivas de su repertorio, ya que la innovación está en sintonía con el concepto y el respeto se camufla con el sentimiento de la voz.
Ante las aperturas sociales y los aires de cambio, Luciana añade: "En nuestro país el tango se posiciona en diferentes formas, desde quienes lo crean como músicos y poetas está en plena evolución y crecimiento. Son muchos los referentes nuevos que desde la interpretación, o composición musical y poética reviven y recrean al género instrumental y cantado". Es de una locura angustiante - aún con su carga superficial de orgullo - que, el género, sea la atracción principal en el extranjero mientras su propia familia le ha dado vuelta la cara. Si bien existen espacios donde el tango sigue propagando su sangre, los más conocidos tienen como blanco a los visitantes de otros países, haciendo que los pases sean excesivamente caros. Convirtiendo a un ritmo popular de conventillo en uno de elite. Los accesibles luchan porque la voz de una etapa social histórica no se extinga. "En cuanto a su difusión creo que el tango trata de sobrevivir desde los pocos medios que dedicados a ello hacen su gran aporte para que se conozca tanto lo magistral ya hecho, como lo nuevo", opina.
Una de esas vertientes que luchan a pulmón y bandoneón se llama Luciana Panaino que homenajea las grandes creaciones desde sus primeros álbumes. Como Confesión, que rescata las obras de José María Contursi. "Mi primer disco fue 'Un solo amor', dedicado a los grandes poetas del tango y a sus historias de amor reales contadas en las letras de tango. Me sorprendieron sus vidas, sus elecciones, sus historias. Y quise contarlas. Y cantarlas. Y el tercero, 'Sueño de Juventud', donde la historia de los inmigrantes y sus sueños de búsqueda amor, de prosperidad de un lugar en el mundo cobró vida en el disco".
"En mi casa, mis viejos amaban el tango y siempre escuchaban todos los discos de los grandes e irremplazables intérpretes y de todas las orquestas. Recuerdo los domingos que mi papá ponía en el Winco al polaco, a Troilo. Todo el día se escuchaba tango". Y como buena adolescente rebelde, Luciana partió para otros rumbos y estilos. Porque cuando rondás los 15 años, aquellxs que en algún momento fueron héroes terminan siendo nuestros Guasones despiadados y, sin importar los métodos, haríamos cualquier cosa por no romper la genética y no parecernos a ellxs. Pero lo que nos envuelve en el vientre y lo que mamamos en la infancia queda para siempre en nuestro ser. "Cuando hice la carrera en el Sadem, me reencontré con el género teniendo que cantarlo porque era parte de la carrera. Nunca lo había hecho antes y pasó algo sorprendente para mí. Sentí que su lenguaje me era natural, en el único donde podía expresarme de una forma creíble. Despertaba sentimientos y emociones tan profundas y viscerales al cantarlo que en la vida cotidiana se nos escurren".
El tango es el género que más entiende sobre el funcionamiento humano. Porque sus letras son nostálgicas y sus sonidos son caprichosos e histéricos. Quien afronta el viaje es el aventurero más valiente porque acepta exponerse por completo. Y a partir de ahí, es todo descubrimiento. Sin destino fijo, el tango te lleva por donde su corazón tenga ganas de latir. Luciana Panaino es heroína victoriosa de esta travesía: "decidí hacer camino con él. Las magníficas historias contadas por sus poetas me enamoraron. Sus vidas reales llevadas a la poesía y la exquisita obra literaria no permitieron que me despegue jamás. Cada vez que canto un tango es todo. Significa todo, una conexión profunda emocional que desde el poeta y su música que viaja por mi historia, mi presente y mi futuro". Viaja por su historia, su presente y su futuro. 'Callejera... callejera, ¿a dónde irás a parar?
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