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The other woman

  • Jéssica Signoretta
  • 10 feb 2016
  • 1 Min. de lectura

La cornisa entre los 80 y los 90 fue abducida por aquel pop post punk de Cocteau Twins que actualmente quedó esparcido en el aire. Sin embargo, desde su separación en el 98, Elizabeth Fraser, su cantante, revindicó su camino con una carrera solista poco convencional y con impronta de sobra.

Los agudos prominentes siguen intactos. Fraser incursiona en la conjunción de sonidos independientes que generan ambientes musicales sombríos y homogéneos. No hay sintetizadores estrellas, sino que la ejecución instrumental es la base principal y los detalles se llevan un porcentaje menor. Liz ubicó el panorama en sus manos y lo estiró completamente, haciendo a la vez todos los géneros, y ninguno.

Tampoco su popularidad le da la mano. Su posición de artista experimental es lo que le dio el reconocimiento. At last I am free podría ser lejos una balada convencional y sin embargo causar el mismo efecto; y Moses es la clara reinvención de lo alternativo.

Liz Fraser tuvo su auge en los 90, pero no tan mundial. La cantautora escocesa no sobrepasa demasiadas fronteras y su punto de inflexión reside en la complejidad de un sonido incatalogable que engloba años y años de experimentación musical. Sus discos solistas escasean un poco en su haber y en estos últimos años se dedicó a hacer colaboraciones con demás artistas. Sin embargo, sigue siendo un un ejemplo multifacético: para innovar y experimentar con sonidos básicos y cálidos a la hora de componer algún acto musical y para buscar cuando ya todo en la actualidad nos parece que suena tan igual.


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