Una grande de Mutsa, por favor
- Ignacio Blanco
- 10 feb 2016
- 2 Min. de lectura

Así como combinamos diferentes gustos de pizza en una sola, en 1818 un joven doctor mezclaba partes del cuerpo de distintas personas para crear uno de los personajes ficticios más grandes de todos los tiempos. Y en Chile hay otra chica que, tranquilamente, podría ser una Frankenstein musical.
Siempre que escuchamos algo nuevo decimos algo así como: ‘uh, esto es re…’. Si escuchamos Kali Mutsa, nuestro cerebro entra en un colapso por tiempo indeterminado. ¿Qué carajos es esto? Por ahí, la mostra más perfecta que hayamos oído. Porque, acá, las influencias se esconden hasta en el más pequeño detalle. La clave para entender su concepto es pensarlo en forma de Pangea. Pero en tiempos modernos. Consiste en la electrónica como soporte de culturas antepasadas.
'Souvenance' (2014) deambula entre lo originario. Sin identidad estable, suena a todo. La música clásica de India es el estilo predominante aunque el folklor latinoamericano no se despegue nunca de una especie de cumbia digital rapeada y cantada, en varios momentos, en chino. Como en Canción de Amor Colla que no pierde urbanidad por más que hasta la voz suene al estilo típico hindú. Y aun así, esto tampoco lo aleja del altiplano.
Nacida en Chile, Celine Reymond mantiene con firmeza las raíces de la zona andina. Y como una buena pizza multicolor – o una criatura nacida de la experimentación y la fuerza energética – , puede aparecer en la Creamfield, cantar con Luzmila Carpio o Lata Mangeshkar, dar un recital junto a M.I.A. y Die Antwoord, y presentarse en algún festival de folklore o fiesta popular cumbianchera. Porque el único común denominador es la humanidad en sí misma, representada en su mejor brazo: la cultura. Kali Mutsa nos abraza a todxs. Nos acerca. Y una vez que la probamos, no nos atreveremos a pedir alguna otra.
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