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Todo lo que usted siempre quiso saber sobre el folklore y nunca se atrevió a preguntar

  • Ignacio Blanco
  • 10 mar 2017
  • 2 Min. de lectura

¿Por qué algunxs maestrxs de plástica nos sermoneaban cada vez que pintábamos fuera de los límites del dibujo? Soema Montenegro no entiende sobre estructuras y fronteras. Eso la hace una especie única dentro del folklore latinoamericano. Un género que puede llegar a ser, a veces, muy conservador por tener sus sonidos tan sólidos como las raíces del árbol más vetusto. Los tiempos cambian, las aperturas se ensanchan cada vez más y todo sigue su ciclo con constante dinamismo. Existe un movimiento emergente que, cual somnífero natural, atrae a las generaciones más jóvenes mediante pulsaciones que se alejan de los viejos manuales tradicionales.

Cómo los abuelxs cuando preguntan acerca del funcionamiento de alguna tecnología y te miran asombradxs – como si los niños fuesen ellxs – ante la respuesta, la música de Soema podría causar la misma impresión en aquellxs chacarerxs que juraron amor al género cuando conocieron a Atahualpa Yupanqui.

Influenciándose en la música norteña nacional, en los sonidos andinos de América Latina y en personalidades como Mercedes Sosa o Luzmila Carpio, Montengro cree que nuestro continente es un conglomerado de voces vivas unidas por un mismo latido. Cosa que en ‘Passionaria’ (2011) y ‘Ave del Cielo’ (2014), sus dos proyectos discográficos, puede entenderse a la perfección.

Nacida en Buenos Aires, Soema Montenegro posee un registro vocal tan amplio que le permite jugar constantemente con su voz. Esos efectos lúdicos se sostienen a partir de una necesidad sonora y una técnica exquisita que ayudan a imaginarse qué hubiese sucedido si a Björk se le ocurría sacar un disco con Yma Sumac (si las brechas temporales se lo permitiesen, claro). Como Pica Pao, que no entendemos cómo salen todos esos bullicios de una misma boca; o Abuelas, que nos podría recordar a Oceanía.

Como una bofetada, en algunos temas - como Agua Bendita – se filtra el jazz con una transición tan coherente que nada queda colgado; ni siquiera los momentos líricos. Destaco Niña, Todos nos teje, Florecita, Flores del Desierto, Colibrí e Invocación a la passionaria. Soema Montenegro cuestiona al folklore latinoamericano para llegar hasta el núcleo del asunto. Lo da vuelta, lo amasa, lo diseca, lo mezcla, lo empana con sus necesidades, lo investiga. Soema Montengro representa una revolución completa en la acción de hacer folklore.


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