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Hijo de la diversidad

  • Ignacio Blanco
  • 10 mar 2017
  • 4 Min. de lectura

Uniendo personas desde 2003, dice el escudo que anticipó el álbum que aún navega por aguas buscando un lugar de pertenencia. Pero el contacto con la temática y la necesidad de ese slogan surgieron muchos años antes cuando sus padres la llamaban Maya.

No es la primera vez que M.I.A. lanza un disco de protesta en favor de la diversidad, la integración, la solidaridad y la paz de los pueblos. De hecho, así la conocimos y así la despediremos, ya que ‘AIM’ sería su salida del mundo discográfico. No es loco pensar que una chica como ella realice sus manifestaciones entre sintetizadores y una mezcla de folklores. Maya nació en Inglaterra pero se crio en Sri Lanka, donde su padre se convirtió en activista político. La cultura que mamó se vio influenciada por los constantes desplazamientos de su familia debido a la guerra civil. No sé si fue el anhelo de una vida mejor o una fuga de escape, pero mientras pasaba sus días en situación de calle, los templos eran su hamaca. Lejos de su padre, se instaló en India hasta que volvió a Inglaterra por la violencia constante que sufrían a su alrededor.

Digo, todas las mezclas que AIM – y casi todos sus proyectos – posee son fruto de esas migraciones que pasó durante sus primeros once años de (no) vida. Y Visa puede ser de los mejores ejemplos. Un hip-hop a base de percusión electrónica acompañada de samples hindúes y coros típicos que no sabes si son africanos o del cercano oriente. En fin, conjunción de culturas. Estamos hablando de una mina que es contemporánea, una mina que habla y suena en presente con el objetivo de que su pasado no sea la actualidad de muchxs otrxs. Por eso el estilo urbano de Foreign Friend (junto Dexta Daps), un tema más convencional a lo que es el género en estos tiempos. Algo más cercano a lo que suena Nicki Minaj, como para que se den una idea.

Puede que los estímulos sonoros, que incorporó a su cotidianidad durante su infancia, la hayan movido para crear una forma de taparlos cada noche. Algún disturbio musical. Por ahí esa sea la razón de la existencia de temas como Go Off. De seguro, la creación más fiel a lo que ya conocemos de la artista y de lo mejor del conjunto de canciones que produjo Skrillex.

Para ‘AIM’, Maya juntó productores americanos de renombre como Blaqstarr o Polow da Don, de música electrónica y hip-hop respectivamente. Así también laburaron los ingleses Richard X, Steve Mackey y Justine Frischmann. En los créditos aparece también el francés de la electrónica Fakear – y no es un dato menor la proveniencia de este hombre –, y el cineasta y cantante indio Ilaiyaraaja. Y si bien esta conjunción de nacionalidades y especialistas son los que hacen especial a la música de M.I.A., existen cortocircuitos que producen cierta confusión en la propuesta del disco. Es que hacia la mitad del ‘AIM’, temas tan dance-pop como Finally o Survivor parecerían ser que cortan con la identidad de la rapera para parecerse más a la música de sus productores.

Después está Talk que ahonda en un hip-hop más experimental y urbano a lo Woohoo o Bobblehead (Bionic -2010) de Christina Aguilera. The New International Sound termina siendo el tema más innovador con influencias más cercanas al house y sus variaciones. La cosa es que hay una grieta conceptual que podría haber funcionado si el disco contara con una versión doble. Porque Freedun es un corte de difusión que podría poner a M.I.A. en las grandes ligas del comercio, con la colaboración de Zayn, de ese pop que está a la orden del día.

Sin embargo, All My People es de esas canciones que reivindican el proyecto de Missing In Action. No sólo por su armazón musical, sino por poseer una lírica directa y crítica a los conflictos geopolíticos modernos. Y por las mismas aguas, se auxilia Ali r u ok, que mantiene una base y coros Bollywood a lo largo de tres minutos y pico. Swords conecta más con la primera parte de su disco anterior ‘Matangi’ (2013), con la miscelánea del equipo de dance holandés The Partysquad y el movimiento rapero de la música Bhangra con la mano de Yo Yo Honey Singh. La percusión a base de choque de espadas y los sintetizadores proclaman al tema como el más logrado a la hora de hablar de conjunción folklórica.

Si Bird Song contiene la poética más elevada del disco haciendo alusión a la libertad, Jump In alberga el mejor laburo de producción por su estructura construida únicamente con pilares vocales. El común denominador, entre ambos, es la linealidad aunque su efectividad se encuentra en el uso sutil de ciertos recursos. Como los silencios precipitados en una y la repetición constante de una frase como sostén instrumental en la segunda.

Envuelto con la bandera – naranja y negra – de lxs refugiadxs, ‘AIM’ sirve de puente. Conecta mediante sonidos a aquella niña que aprendió a escapar con la mujer que hoy censuran. Puede funcionar como conexión entre nosotrxs mismxs. Una conexión directa y sin fronteras. Una conexión que permite la diversidad dentro de los iguales. Porque después de todo, tan sólo somos humanxs que buscamos lo mismo: un hogar. Y de esto habla Borders, el corazón latente del último disco de M.I.A. Y lo mejor de todo es que su concepto es tan vacilante como aquel océano que se busca atravesar. ¿Es esa mezcolanza musical producto de las migraciones constantes de la cantante? ¿Y si lo que se busca, en realidad, es que sea la cultura la que penetre las fronteras? O por ahí, una cosa lleva a la otra y todo termina siendo el fruto de un abrazo humano y cultural.


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