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Los Papas Funkdisco

  • Ignacio Blanco
  • 10 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Hay veces donde <mejor solo que mal acompañado> no aplica. Como si fuésemos hijos de ellos, nuestros sueños se quebraron con el divorcio. Pero todos merecemos una segunda chance. Ellos se la dieron y volvimos a ser una familia feliz, como las que aparecen en esas publicidades de autos. Papá nos regaló un aro de gimnasia y nos enseñó el mejor baile para hacerle frente a las pesadillas. O papá nos recordó lo que el amor significa contándonos historias acerca del vuelo de abuelo.

Durante cuatro años vivimos los mejores momentos, ya sea aprendiendo la fauna de nuestra Mesopotamia, haciendo globos rosas y pegajosos con formas femeninas o incluso viajando hacia el futuro. No sabemos si fue el hecho de que nuestra ilusión se haya vuelto realidad o si realmente los aires renovados limpiaron nuestro vínculo. Y cuando comenzamos a plantearnos que todo esto era demasiado bueno para ser verdad, llegó el 2016 con un nuevo presidente, la partida de Bowie y Prince, el humo de ‘Suicide Squad’ y ‘L.H.O.N’, el nuevo disco de Illya Kuryaki and the Valderramas.

‘La humanidad o nosotros’ es, sin duda, el mejor disco instrumental y hasta el más prolijo en la discografía de papá y papá. No sé si estemos atravesando el período de adolescencia y esa construcción del padre-héroe haya quebrado o qué, pero algo hizo interferencia, esperábamos más, la vida es tan injusta, nadie nos entiende, ¡te odio! * salimos corriendo desaforadamente hacia nuestra habitación *.

Más allá de que hayamos puesto cara de “nos regalaron medias para navidad” cuando escuchamos Gallo Negro, esa salsa funky puede que sea lo más innovador y mueve caderas que haya hecho el dúo en este álbum. Y admitimos que, el puente, con esos silencios para que ellos hagan lo suyo, nos dibuja una sonrisa. Es que si hay algo que no podemos negar es la cantidad de matices que van ocurriendo durante los casi 50 minutos que dura el disco.

Porque nunca se es grande para un beso de las buenas noches, Ey Dios es el arrullo perfecto para apaciguar algunas aguas. La energía femenina, de Natalia Lafourcade, le da más aire y vuelo al mejor tema de ‘L.H.O.N’. A pesar de que se encuentre en la primera mitad del disco, es el estribillo que nos quedará resonando en la mente y que tengamos la necesidad de reproducirlo una vez más.

Sigue es el segundo corte de difusión y si no supiésemos que se trata de IKV flasheríamos una nueva temporada de Rebelde Way. Pues la <crismorenización> que sufre es tan potente en la letra como en la línea melódica. Sin embargo, Estrella Fugaz – que se suma a la movilización de ‘Que vuelvan los lentos’ – se destaca por su tinte R&B con la colaboración de Miguel. Un Dante más perfeccionado vocalmente se la re banca defendiendo el legado Spinetta con El árbol bajo el agua. Arreglos y estilos muy del flaquito, le pegamos una palmadita en el cachete y le decimos: “Ay, esto lo sacaste de tu papá, ‘me muera’”, a lo Susana Giménez. Pero antes está Diciembre, el solo – y bastante en bolainas – de Emmanuel Horvilleur, que viene zafando hasta que unos medios cascabeles y medias campanitas disfrazan todo de villancico y ni un el ascensor más pro del mundo llega hasta el subsuelo donde nos la re bajó.

Siendo los indiscutibles exponentes nacionales de funk, en Áfricase sienten las influencias Princeanas. Hombre Libre tiene, tal vez, la mejor composición de todo el conjunto. Tanto es así que, es probable, nos olvidemos de su lírica por estar bien metidos en lo que sucede de fondo. Aunque el disco no nos venga gustando tanto, sabemos que esta gente es muy grosa al incursionar en un género afrobeat en tierras de mate, gauchos, coyas y Pachamama. Por eso, el muy bien diez felicitado se lo lleva Ritmo Mezcal. Sus vientos asesinan, la armonía de los coros te tiran de culo y los suspiros, como percusión, te hacen mear encima.

Pese a su linealidad y su tempo más lento, Espantapájaros termina siendo otra de las creaciones más recordadas. La interpretación es la guía turística de un tema que mete de todo. Así es como L.H.ON es el proyecto más vacilante. Pues la madurez y profundidad musical choca con las líneas básicas para lo que se buscó conceptualmente en ‘La humanidad o nosotros’. Exceptuando algunos casos, las intervenciones vocales parecen empobrecidas ante el paisaje monumental de instrumentos. L.H.O.N no será lo mejor de IKV, pero con el espíritu familiar logra reunir a los hijos de su primer matrimonio con los del segundo en una cena funk, que terminará con el revoleo de cuerpo arriba de la mesa. Típico de los Valderrama.


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