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Abrir el pecho hacia el sol

  • Jéssica Signoretta
  • 10 abr 2017
  • 1 Min. de lectura

‘Del Vapor’ empieza con una influencia spinettiana que atraviesa a toda Piezas y que luego deviene en Caras, derrumbando completamente el puente entre pasado y presente. El primer disco de Grúa es el cubo de Rubik del rock: todas sus aristas son sólidamente dispares, pero al mismo tiempo homogenizan la impronta.

La ecléctica armonía psicodélica de Terrazas enmarca un indie con fronteras estadounidenses y el rock progresivo de Grúa empieza a mutar. De la vereda de enfrente las eléctricas de Fantasma estrella acrecientan el power adrenalínico que te queda luego de escuchar una banda en vivo; y que llena el vacío que tarda en irse.

Cada pieza de ‘Del Vapor’ es un submundo de estilos entrelazados que al final del camino te hizo atravesar todos los atajos. La prolijidad del sonido de Grúa sale por los poros, ningún detalle está escatimado y eso los troca en una de las bandas del ámbito independiente argento más inusitadas de toda la actualidad.


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