Este sol no da para protector
- Ignacio Blanco
- 10 abr 2017
- 2 Min. de lectura

Hubo una frase de un videojuego, hace mucho tiempo, que me dejó dándome vueltas en la cabeza. Tanto que hasta hoy, todavía, puedo recordarla. Es imposible imaginarse lo que se siente ser ciego porque, aun cuando cerrás los ojos, sos consciente de que podés volver a abrirlos. O algo así era. ¿Por qué le tememos a todo aquello que poseemos y no podemos observar? Cuando dejamos caer los párpados no obtenemos como consecuencia la ceguera, sino la videncia de otro tipo de universo mucho más real y presente. Soledad Salazar no sólo afronta esos miedos sino que expone su música interna en su álbum debut.
‘Al Sol’ recibió sus primeros rayos durante el 2016 y su sinceridad consigue la expresión máxima de libertad. Iluminando aquellos recovecos sombríos, refugiados en nuestro cuerpo, las nueve canciones ignoran la histeria para ser creaciones contundentes. Eso no quiere decir que dejen su significación completamente expuesta. Es en materia conceptual donde fluye lo compacto y definido. Sus líricas impersonales y su poética ofuscan la referencia de la cantante pero encuentran refugio en nuestra propia guarida.
Soledad Salazar es la comprobación del cambio generacional que está sucediendo en el plano musical. Porque estamos acostumbradxs a escuchar artistas que empaparon su música de vicios de lxs legendarixs. Las influencias que tiene ‘Al Sol’ son mucho más palpables y cercanas como todos los sonidos productos de lxs nacidxs en los noventa. Es hora de convertir en leyenda – no intencionalmente – a lxs contemporánexs. Así es como influencias Soda-Cerateanas pueden rozar temas como Vértigo, El sueño o la intro de Esperanza, primer corte que, hacia su mitad, es invadida por un tempo bien reggae – como para que nunca nada sea predecible.
Tarde es, tal vez, la joya suprema de ‘Al Sol’ por sus armonías y su estructura relajada entre el bolero y el tangüete. Remarco los recursos del indie para dar una nébula onírica en Cenizas. La seducción en los cambios de dinámica de La Roca es denominador común a la elevación del estribillo hacia el final.
Repensando la alegoría de las cavernas, Soledad Salazar produce la sensación de que el conocimiento real – o el universo que cuenta – está, a decir verdad, metido en la cueva. O por ahí, el sol se encuentra en la plena oscuridad. En ese rito de sinceridad cuando unx cierra sus ojos. En esa acción de resplandecer cada elemento que poseemos a ventanas cerradas. ‘Al Sol’ para conocerla. ‘Al Sol’ para conocerse.
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