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Mica… Mica… ¡Chú!

  • Ignacio Blanco
  • 10 abr 2017
  • 2 Min. de lectura

Hace unos meses llegó al cine lo que, a mí parecer, fue de las historias sobre extraterrestres más interesantes que he visto. Arrival (2016) plantea un conflicto comunicacional ante el encuentro de dos especies con sistemas de lenguajes distintos. Tranquilxs, no los abrumaré con detalles ni spoilers. Pero la sonoridad con la que estos seres se comunicaban me trasladó – en platillo volador, claro está – hacia el 2013 con una repregunta a esta trama. ¿Cómo se ollería la música de estos alienígenas? ¿Correspondería a nuestros parámetros del concepto ‘arte’? Debería de iniciar una aventura al Área 51 o al Uritorco para empezar a responderme estos planteos, pero no me da el cuero ni la billetera. Mientras tanto, existe la banda sonora de 'Under the skin' para imaginarme cómo sería asistir a un Teatro Colón Intergaláctico.

Mica Levi, o Micachu para lxs amigxs, se cargó al hombro el soundtrack de la película dirigida por Jonathan Glazer. Y lo que hizo fue realmente extraordinario. Tras bambalinas, se cuenta que el director guió a la cantautora inglesa buscando un sonido que lograra expresar los sentires de un extraterrestre al experimentar <cosas> de humanxs por primera vez. Basándose en el espectralismo, Levi se inspira en Giacinto Scelsi y Iannis Xenakis – no se pierdan tampoco a estos genios – para alterar tempos y tonos de las cuerdas, vientos y percusión.

Como si fuese un disco hecho desde las profundidades, cierro los ojos y me parece escuchar vibraciones rocosas. Una sensación de soledad eterna, como si mi cuerpo vagara sobre un oscuro sin fin. Esa noción falsa de silencio. Todo ambiente tiene su música natural. Una tristeza existencialista taladra mi oído y transporta mi mente. Un viaje astral. Incomodidad ante lo desconocido. Un submarino captando los cantos de ballenas. O creo que son ballenas. Gigantes seres flotantes en un azul teñido de negro. Eso es lo que a mí me significa la correlatividad de Lipstick to world, Andrew Void, Meat to math y Drift. La última verdadera esperanza se halla en Love con algo mucho más cálido y armónico. Con algo que nos consuela y acobija pero que no termina de dejarnos las cosas en claro. Casi que toco el sol con las manos. El ocaso se pinta con Bothy y el ciclo vital termina de completarse con los últimos dos temas del soundtrack.

Las religiones dicen que sólo Dios puede dar vida. Habría que preguntarnos – y dejar de lado nuestra educación científica – desde dónde formulamos esas concepciones. Por ahí esa es la explicación a la soberbia humana que nos hace creer en una única forma de vida. Gérard Grisey, compositor francés ligado al movimiento que se enfoca en el timbre musical y en los espectros del sonido, dijo que “[el espectralismo] considera a los sonidos, no como objetos muertos que se pueden permutar fácilmente y arbitrariamente en todas las direcciones, sino como objetos vivos que nacen, viven y mueren”. Mica Levi ideó una vida en 12 canciones que nos ayudan a imaginarnos qué tan experimental podría llegar a ser la música de unos posibles próximos visitantes.


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