Weste, supremacía cardinal
- Ignacio Blanco
- 10 abr 2017
- 2 Min. de lectura

Ni las rocas crearon, alguna vez, semejantes magnetismos entre el suelo y el universo. O, por ahí, este dúo jugó a la arqueología para relucir las vibraciones que un cuerpo natural pueda irradiar. Es que Weste generó un modo de tribalizar el pop con un conglomerado de culturas originarias que nada entienden de remixados. Su reivindicación se basa en ponerle experimentación a lo nativo.
Cuando creímos que hacerse el progre significaba re-pensar géneros folklóricos de respectivas naciones, salió el primer EP para pegarnos un buen sermón y demostrar de qué se trata el movimiento multicultural. Las tres canciones, que conforman este estreno imposible de comparar, establecen el código extendido hacia la inmortalidad de su música. Los cimientos de la tradición sonora de India y el lejano oriente van mucho más allá del cliché de gong en el primer ritual de estxs chamanes argenta-uruguayo.
Porque todo se trata del poder de atracción entre los magnetismos corporales, Clara Trucco (Fémina) e Igna Perez (Mushi Mushi Orquesta) chocaron en un encuentro de sus respectivas bandas. ¡Oh mi Pacha, la magia que habrá habido en ese ambiente! Clara es argentina y mi pseudo tocayo de Uruguay. Y no fue hasta ‘Viceras’ (2015) que un art-pop conceptual bajó cual rayo divino hacia los fogones terrenales. Eso es lo que plantea Baile infinito como introducción de su primer trabajo discográfico. Destaco las bases urbanas de Orden, el animé de Piel, el detallismo de Amor indio y la lírica de Luna.
‘Velo’ es su última producción hasta el momento y la fidelidad a esa oda naturista no parece descomponerse. Hijxs de la tierra, politeístas paganos, manipuladorxs del viento, y bautizadxs – imagino – por la neo Juana Molina. “Un ser que puede surgir en el ambiente menos esperado. Hablando un idioma donde no importa lo que se diga sino cómo se diga. Mezclando lo humano con el cosmos y la tierra”.
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