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Cómo te voy a olvidar

  • Ignacio Blanco
  • 10 may 2017
  • 2 Min. de lectura

No recuerdo la primera vez que escuché a Chavela. Como nadie se acuerda de sus borracheras a manos de bebidas nostálgicamente blancas. Quién no llega a la cantina exigiendo su tequila y su canción. Cuando unx entra en el universo Vargas es como si se adentrara en ese mambo borroso de caprichos y reproches. Es tanta la emoción que se escurre por sus líricas que se sentirá despechadx hasta aquel – o aquella – que nunca se ha enamorado. Sentimientos jamás vividos experimentamos cuando ingerimos una buena medida de sus punteos y rasgueos. No hay limón ni sal que apacigüe su amor a quemarropa. Por eso, escuchar a Chavela Vargas es sólo travesía indiscriminada de valientes.

‘Chavela’ (2017) es más que un documental. Es un gran claroscuro – como dice su directora - sobre la vida de la cantante costarricense nacionalizada mexicana. Sería difícil catalogar los ’90 min como una biografía. Pues la narración intenta ahondar en la génesis de su interpretación. Sólo la ingenuidad podría asentar que su profundidad vocal está ligada al azar del talento. Síndrome de oveja negra, su amor por Frida, su relación tequilera con José Alfredo Jiménez, sus aires de pistolera western, su desaparición física y encuentro espiritual, sus sueños, sus luchas; la película surge de una entrevista a Vargas, realizada por sus directoras (Catherine Gund y Daresha Kyi) a principio de los ’90.

Su cualidad de biografía sólo se trasluce en la estructura argumental cronológica de las anécdotas. Pues con recuerdos de Almodóvar, Tania Libertad, Eugenia León, José Alfredo Jiménez Jr., Miguel Bosé y muchxs otrxs, se intenta revivir el espíritu de la cantante. Un audiovisual sentimental que se apoya en la memoria de lxs que mejor la conocieron, combinándola con sus canciones más significativas - como para justificar la profundidad de su interpretación –, y en un seguimiento directo de sus últimos años de vida.

La canción mexicana no reprocha las pérdidas del amor, como sucede en Ojalá que te vaya bonito. Chavela Vargas dejó muchas luces encendidas y no sabemos cómo vamos a apagarlas. Creo que no queremos apagarlas. Porque ella es el tequila que aflora nuestros pesares, es la voz que nos conecta con la vulnerabilidad más humana. Por eso, sólo lloramos su partida, y la seguimos amando en cada son, y nunca la olvidaremos. Como dijo Neruda: es tan corto el amor y es tan largo el olvido.


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