Desde el fogón hasta las mochilas y carteras
- Ignacio Blanco
- 10 may 2017
- 3 Min. de lectura

El sonido del tambor. Los golpes que marcan el ritmo. Movimientos espasmódicos. El calor de los cuerpos. El círculo. El centro. La tierra y después el suelo. Siempre para abajo. Lo que sucede por arriba. Unxs con otrxs y todxs para el todo. La danza existe desde la mismísima concepción del ser humano. Por alguna mística razón, el hombre y la mujer necesitaron, siempre, de algún ritual festivo para generar encuentros. En algún momento, la fertilidad y abundancia fue excusa de varios pueblos. Aunque creamos que la urbanización haya pavimentado esas prácticas, aún sigue sucediendo. Puede que, de forma inconsciente, el ser humano siga alentando a esas reuniones sagradas y plenamente instintivas cada vez que las puertas de alguna discoteca o centro cultural son abiertas.
Los sonidos del nuevo disco de Campo ahondan en esta alusión desde su concepción musical. A través de los distintos géneros, que prestaron sus mágicas vibraciones para esto, los temas representan una dimensión donde cada tiempo fluye y se entrelaza con los otros. Mantiene aquel ambiente en los que se inició todo y los resignifica con el presente. Por eso, la canción que lleva el mismo título que el álbum comienza con algo primitivo. Con la mano de Santaolalla, la cumbia hace su aparición sin sigilo y se va digitalizando a medida que los segundos corren. Ya entendimos todo ni bien arrancó ‘Tambor del Cosmos’.
Si bien Huracán puede parecer reiterativa, su puente y final seducen tanto que hasta no deberíamos de sorprendernos si seguimos coreando su estribillo una vez finalizado el disco. Sin embargo, el reggaetón de Bailar Quieto es todo lo que está bien en el Despacito’s World. Pudiéndose pasar tranquilamente en cualquier boliche, los vicios y artificios del género son montados de forma tal que arremeterían contra cualquier prejuicioso.
La combinación de Despertar se explica cuando uno se entera que Martín Rivero, el folklore de Verónica Loza y la electrónica de Boni Loza tuvieron plena participación en la materialización del proyecto del uruguayo Juan Campodónico. Por eso, todo fluye tanto como en Unicornio, que sigue la misma línea del tema anterior con su sentido englobante. Pero el laburo de sonido puede escucharse en la claridad y el detallismo de Duerme Agua, donde las influencias de lo originario y la naturaleza se imponen con el funcionamiento mental de un gran DJ y productor.
Shanghai ‘poperiza’ un poco todo lo que venía sonando en ‘Tambor del Cosmos’ y su beat tecno es el que la mantiene apegada a la propuesta. La llegada de la intro de Wasted nos alerta una vez más para iniciar algo muy indie - pero bien latinoamericano – acarreado por los mejores coros y samples del disco. Con Solo nos damos cuenta de que la electrónica ganó su terreno y comienza a decorar con detalles constantes la segunda mitad del conjunto. Y es que no se podría dejar de lado al género que también entiende de festividades y cuerpos saltarines.
‘Tambor del Cosmos’ es una oda al dinamismo. Nos muestra que somos humanos. Animales instintivos y primitivos que necesitamos conectarnos con lo que nos rodea. Y aquello que nos envuelve y supera también está en movimiento. En un mundo donde todo se <remixa>, los sonidos también mutan; pero no lo hacen las reacciones de un cuerpo ante aquel. Esta acción ya implica la fluidez. Cómo no lo haríamos si hasta los astros y el cosmos se desplazan obligándonos a entrar en su magnetismo. ¿No?
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