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Entre inspiraciones e identidades

  • Jéssica Signoretta
  • 10 may 2017
  • 1 Min. de lectura

Una de las tantas maravillas del Jazz es que al mismo tiempo que nunca dejó de mantener tan firmes sus raíces, se adaptó a todo el mundo y se reversionó sin perder la esencia; así como cambia la forma del agua, según el recipiente en que la pongamos, manteniendo su estado intacto.

‘Petite Afrique’ (2017) de Somi coloca al Jazz en el podio de lo más hermoso para hacer y escuchar en la vida, principalmente si lo fusionas con tus raíces y le incorporas tu propia identidad. Porque seamos sincerxs, no existe nada más auténtico que al interpretar una manifestación artística, se vuelva propia.

Black enough resuena por momentos constante pero eclécticamente pegadiza. La base de un jam casi inmaculado se mantiene activo no solo en todo el disco, sino principalmente en beats como The wild one, donde tambores y sonidos autóctonos africanos conforman una armonía exquisitamente demandante. Aloe Blacc se suma en The gentry y parece que nunca pasaron años. La prolongación de un jazz homenajeado por un protagónico piano, en una armonía heterogénea e ilustres vientos y percusiones convierten a ‘Petite Afrique’ en la reivindicación de la inexistencia de las fronteras de las raíces de los géneros y las culturas.

El amplio abanico vocal de Somi le termina de dar vida a la fusión de sonidos. A las conjunciones rítmicas que las nuevas generaciones están incursionando y que crean submundos donde el encasillamiento de los géneros ya no aporta ni siquiera conocimiento, y donde la diversidad explícitamente musical logra consigo las mejores sensaciones.


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