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La emoción de haber dejado lo mejor

  • Jéssica Signoretta
  • 10 jun 2017
  • 2 Min. de lectura

¿Qué tanto hay que alejarse de lo poético cuando se quiere registrar a un emblema de la poesía? ¿Qué tan atravesadxs estamos por la propia poesía del poeta, como para poder alejar más la mirada?

‘Buen día día’ (2010) alimenta la voracidad de querer saber un poco más y todo el detrás de los íconos que marcaron la vida misma, como en este caso, Miguel Abuelo. El documental dirigido por Cucho Constantino y Eduardo Pinto reconstruye la vida de Miguel bajo la persecución de los porqués que llevaron a Miguel al nivel tan elevado de poeta, músico y ejemplo social.

Gato Azul aprovecha su condición de hijo de –en su caso, único- y se carga al hombro el eje de la historia de su papá, que recorre –obviamente- desde su natalicio hasta su fallecimiento. La simpleza del lenguaje cinematográfico que tiene el documental deja entrever la complejidad de la existencia de Miguel. El estudiante hiperquinético, el filósofo de vocación, el músico de expresión, el padre ausente, el líder de la banda, la vanguardia social desde todos los puntos de vista existentes, reconstruido con los testimonios de Spinetta, Calamaro, Cachorro, Melingo, Bazterrica y todo humano que lo cruzó en su camino y al que le explotó el bocho. Un detalle del documental se lleva todos los premios: Juan Alberto Badía comparte las grabaciones de muchos de los poemas que Miguel Abuelo le había hecho, que resuenan en off y que afirman la eterna influencia de Miguel que no nos debe faltar en la vida. A casi treinta años de su partida, cuando lo escuchamos decir que todo lo que ata es asesino, que cada uno debería ser bandera de libertad y que no es con las viejas armas que se pelea la realidad actual, aún continúa abriéndonos los ojos, como si no nos hubiese quedado claro lo adelantado que siempre fue.


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