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Un pop para lxs chicxs

  • Foto del escritor: yokomonos
    yokomonos
  • 10 jul 2017
  • 2 Min. de lectura

Todo disco tiene su corazón. Un músculo inherente al conjunto que pertenece; bombeando sonidos que le dan significación a la columna vertebral. Artopop resguarda un ADN. Una identidad futurística, casi artificial, que visiona una concepción de arte-música pop más vanguardista.

No sólo son sus percusiones digitales y efectos maquinistas los que sumergen al oyente en la profundidad de un universo sin límites y reglas físicas. Las armonías mecanizadas de Lady Gaga construyen tanto desde sus extremos más opuestos. La utilización de los pasajes agudos como amortiguador de tanto artilugio, como una herramienta más para generar la instrumentación.

¿Puede que una de las mejores canciones de un artista esté en su disco más fallido? ‘Artpop’ (2013) reafirmó la cualidad histriónica de Gaga que ya conocíamos; con un Aura llena de versatilidad o un Venus multi-dimensionado. Sin embargo, sus altibajos desprotegen las creaciones menos potentes, cayendo en los lugares más comunes del electro-pop. Aun así, es en su discografía donde este álbum proporciona la dirección del camino de la mamá monstruo como música. Un tránsito que tranquilamente podría ser producto lujurioso de una fantasía entre Madonna y David Bowie.

‘Artpop’ es un disco defectuoso desde su concepción. La desprolijidad y la imperfección – intencional, creo yo - son parte de un hilo conductor que, por momentos, termina de desenhebrarse de una aguja pretenciosa por coser un concepto musical más experimental. La misma debilidad que articula ‘Bionic’ (2010), de Christina Aguilera; donde las ambiciones de las perfectas Elastic Love o Birds of prey desentonan con el hip-hop meramente comercial de Woohoo o el bailable flogger de Vanity. Otro concepto supersónico desbordado de excesos que pueden rescatarse cuando ‘Back to basics’ (2006), su antecesor, entra en una mirada más periférica.

Se ha llegado a decir, en ciertos medios, que aquel álbum de Aguilera ha sido lanzado en tiempos incorrectos. Curiosamente – y salvando TODAS las distancias -, siete años más tarde, Katy Perry lanza ‘Witness’ (2017), donde su concepto se arraiga a la misma intensidad de elctro-pop, pero influenciado de marchas noventosas. Chained to the rythm puede que sea uno de los cortes más potentes en la historia de la imbatible Perry. Pero cuando el acompañamiento de Swish Swish, la introducción de Roulette o el mundo de Witness acaparan lo que podría ser un álbum profundo, las restantes creaciones decaen en una serie de decisiones inconclusas y lineales.

¿Qué onda? El pop siempre ha sido víctima de prejuicios por parte de melómanos que entienden al género como una nueva forma de hacer dinero. Claramente no lo niego, pero existen modalidades que superan cualquier índole comercial… Bueno, o que por lo menos la amortiguan. ‘Artpop’, ‘Bionic’ o ‘Witness’ significaron una bisagra en la carrera de sus respectivas artistas a pesar de sus fracasos en ventas. Pero sin dudas, cada uno de ellos deslumbra sus corazones fuertes en consistencia pero pobres en sistemas de riego. Conceptos que lo eran todo pero que fueron desequilibrados en un sube y baja de sonidos que se la dieron de afianzados.


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