¡Maleducadxs tu vieja!
- Ignacio Blanco
- 10 nov 2017
- 2 Min. de lectura

Durante toda mi vida se han preocupado en enseñarme que el vocabulario del amor son los hechos. Y sí, porque un te amo debería de venir acompañado siempre de una convidada de mate. Con el tiempo, también aprendí que el folklore se convierte en tal cuando empieza a bocetear el paisaje de su mismísima vibración. El amor me entra en sonidos. Entonces, ¿cómo se convierte a la acción en una declaración de amor a lo que pertenecemos?
No hace falta investigar mucho para darse cuenta de que Nunca olvidarme de mi acento se arraiga al altiplano. Luzmila Carpio sin duda ha influenciado en la simpatía de Dat García al cantar esta canción. Es que en realidad en todo ‘Maleducada’ se alzan las vertientes de un folklore minimalista, hasta casi místico, y digital. Por eso, la existencia de Anfibio – que presenta un ambiente selvático más electrónico desembocando en rasgueos tradicionalistas – hace que la cumbia de La pincelada sintonice con la vorágine de Aves.
Es raro. Por suerte, no soy de las personas que le temen a lo desconocido. Pero ‘Maleducada’ nos presenta un híbrido sin serlo en su completitud. Porque el universo que nos propone Dat García permite la unión del convencionalismo de Millones de años – aunque luego enfatice su impronta folktrónica - con el canto ancestral de El romance, que termina de afianzar al sikus mediante sampleos como gran amigo del disco.
Y a este bolonqui sanador también se le mete el urbanismo; como Huyamos, que primero asusta con su clima oscuro y la intervención de instrumentos de viento. Sin embargo, en Camino sobre piedras se escucha más presente, recordándome al estilo de Alika con su Jengibre.
Existe una versatilidad en ‘Maleducada’ que no vacila en la inmersión de alguno de los mundos. Su volubilidad sólo significa que los opuestos extremos sólo existen mientras una cabeza humana conservadora haga fuerza en el centro. No sé a quién le convino alguna vez que nos sintamos tan distantes. También intentaron hacerme creer que la juventud estaba perdida. ¡Tu vieja! No estamos perdidxs. Estamos aprendiendo a sanar heridas que viejas generaciones nos dejaron a cargo. Estamos aprendiendo a encontrar nuestra propia identidad. Sólo estamos aprendiendo a no hacernos cargo de la mala educación para buscar una nueva forma de amar.
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