Y si el mundo se oculta no quiere decir que no puedas volar
- Jéssica Signoretta
- 10 nov 2017
- 1 Min. de lectura

El nombre del último disco de Morbo y Mambo es tan abarcador, que la prensa podríamos culminar una nota escribiendo solo el nombre y aun así, agregaríamos mucho. Asimismo la conjunción sonora de ‘Muta’ expande todavía más el territorio. Cada armonía escupe las dudas de cuánto tenemos de la Pachamama y cuánto tiene la Pachamama de nosotrxs; porque cada canción de Morbo y Mambo en su reciente disco es un canto a la Pacha, y un canto de la Pacha, en el mismo instante.
La epopeya intimista aportada por Santiago Motorizado en Pomán, aquel pop con mínimos arreglos y tan volátil, presentó un disco cargado de prosa justa y necesaria. Una armonía vocal recorre ‘Muta’ sin precedentes en los marplatenses, que acompañan las melodías escarpadas de libertad como marca ya registrada. Como un archipiélago del indie argentino que esta vez decidió sumarse a la ola de tratamientos electrónicos para lograr un viaje psicotrópico universal –como en Nuevo Mood, aquel ya no tan tímido reggae analógico-, abraza a Tundra, con Maxi Russo en guitarra para decorar un paisaje hipnótico con salida exacta a Jungla, un beat bailantero tropical.
Los vientos jamaiquinos afrobeats de la conjunción Mutopia y XXY entrevén incluso un funk innovador que vuelve lo incierto en el lugar más lindo del universo. Universo mismo que al mismo tiempo que forma parte ‘Muta’, también lo crea: un transitar del humano, manteniendo siempre suelo firme y no olvidándose de las raíces, como bandera siempre bien alta, de la identidad, no solo de la banda, de la individual y de la especie, de la vida misma.
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